El pasado 24 de mayo tuvimos la oportunidad de realizar un taller de Género y soberanía alimentaria con Rosario Rodríguez, activista de la organización Justicia Alimentaria.
Rosario definió el concepto de soberanía alimentaria como «el derecho de los pueblos a definir y controlar sus sistemas alimentarios y de producción de alimentos tanto a nivel local como nacional, de forma equitativa, soberana y respetuosa con el medio ambiente». Y añadió que la soberanía alimentaria es también «el derecho de los pueblos a alimentos suficientes, nutritivos, saludables, producidos de forma ecológica y culturalmente adaptados.»
Entre todas, analizamos el papel que tiene las mujeres en diferentes partes del mundo en la producción de alimentos, compartiendo las experiencias de los distintos territorios de los que procedemos. En la mayoría de ellos, las mujeres mantiene patrones de consumo consecuentes con el cuidado de la tierra y la colectividad, son guardianas de las semillas y en lugares como Latinoamérica o en el África subsahariana, son las actrices principales de los mercados locales. Frente a la producción agrícola a gran escala, las mujeres suelen hacerse cargo del huerto familiar. Del mismo modo, frente a la participación en grandes ferias ganaderas por parte de los hombres, las mujeres de las zonas rurales suelen hacerse cargo del cuidado del ganado para el consumo familiar.
A pesar de que las mujeres tiene un papel fundamental en la conservación de los recursos naturales, las desigualdades de género que devienen de nuestro sistema social patriarcal, hace que las mujeres se enfrenten a multitud de barreras como la invisibilización de este trabajo de cuidado de la tierra y los recursos, el menor acceso a la propiedad de la tierra, al crédito, a los insumos agrícolas, a la tecnología e investigación en agricultura o al trabajo remunerado en el campo.
También estuvimos abordando la realidad de las mujeres migrantes que cultivan las fresas y los frutos rojos en la costa onubense, la perversidad de los contratos en origen, las condiciones de extrema precariedad y explotación laboral a la que se ven sometidas estas mujeres, los enormes problemas de salud que acarrea este trabajo (de origen químico, ergonómico o psicosocial) y la explotación sexual que han sufrido muchas de ellas en este contexto de vulnerabilidad extrema.
Continuamos la sesión leyendo entre todas el cuento «Mi mamá, la reina de las fresas», escrito por Rosario. Para finalizar, las participantes de los encuentros Las Resilientes escribieron varios cuentos colectivos relacionados con las mujeres y la soberanía alimentaria.
0 comentarios